jueves, 19 de abril de 2012

El truco del Rey

19/04/2012

El truco del Rey: “Detrás del gesto mediático había una estrategia preparada al milímetro”

Una semana más, las revistas no llegan a la verdadera noticia: las disculpas del Rey. Por ello solicito licencia para adelantar por esta vez algo de lo que llevarán las publicaciones en el próximo número.
“Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Son las palabras del abuelo, no del nieto asustado por la bronca que le iba a echar el yayo. Pero las palabras, en periodismo y en historia, cuentan menos que los hechos: ahora falta un gesto que acompañe al arrepentimiento. Primero, que aclare de qué se arrepiente, y luego, por ejemplo, estaría bien que la reducción del presupuesto de la Casa Real no sea de un dos por ciento, sino del 15 ó del 20, ejemplar, como en muchos ministerios. Ahora, que los excelentes marinos reales dejen los discursos para Navidad y se pongan a remar para llegar al déficit.
Lo que veremos la semana que viene en las revistas será, de nuevo, ese pasillo angosto del hospital, donde el Monarca, en un gesto sin precedentes en los 36 años de reinado, bajó la cabeza ante los plebeyos por una vez. Plano de cintura para arriba, mirando a cámara, rostro compungido pero con muy buen color y aspecto, frente bien hidratada y tres frases cortas. “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. El encuentro con Su Majestad estaba preparado al milímetro este miércoles 18 de abril, sobre la una: un pool de los tres medios públicos, con la agencia Efe, Televisión Española y Radio Nacional, repartió impecablemente las imágenes a todos los súbditos, o sea, los destinatarios de las disculpas. Su pueblo. ¿O eran también para su mujer, la Reina? Por cierto, como dice doña Sofía, en las distancias cortas don Juan Carlos es imbatible. Pareció espontáneo y eso resulta enternecedor. Sin embargo, detrás del gesto, hay mucho aparato, muchas horas de trabajo, reflexiones, estrategias y una buena y rápida decisión final: no valían fríos comunicados ni filtraciones ni medias tintas. El Rey, en persona, y de cara…
¿Dirán las revistas de la semana que viene aquello de prueba superada? Buena jugada en cualquier caso. A mucha gente le dio pena. Pienso que las revistas hablarán de la grandeza de un personaje histórico más que del patetismo a cambio del perdón mediático (ver prensa internacional, por ejemplo The Sun). Da igual. El truco funciona dentro de la piel de toro. En esos momentos la gente se queda tan estupefacta viendo al Rey pedir perdón que se olvidan de los elefantes pagados y muertos, o de que van a cobrarle las medicinas al abuelo (no me refiero al Rey), o de que ha subido la luz, o de que el mayor deja la universidad y se va a trabajar a Laponia, o de que estamos a día 20 y no tenemos un euro, o de otros discursos de Su Majestad que ya resultaban poco sinceros. Ese gesto tiene tanto valor mediático que se esfuma el olor a juerga y cobra vida la cara buena del Rey, la cercana, la campechana, la más habitual.
Tal vez para cuando salgan las revistas la semana que viene el Rey complete la faena de las disculpas, porque de momento no ha dicho en qué se ha equivocado, ni qué es lo que siente mucho, ni tampoco qué es lo que no volverá a ocurrir. Tal vez se lo explique a la Reina. No obstante, con este inteligente gesto, de apariencia espontánea, propio del instinto de supervivencia monárquica de los buenos Borbones (o sea, de éste), don Juan Carlos pasa por la izquierda a cualquier adulador, columnistas con complejo de validos del siglo XVIII, y que esta semana de penuria se adelantaban a su propio Señor. Ahora hablarán de humildad, dignidad y grandeza, palabras que pronunciarán sin haber siquiera susurrado antes nada sobre la falta de transparencia, el dinero público, la irresponsabilidad, la doble moral, la hipocresía o la poca ejemplaridad. ¿Qué pasa si ahora sale Urdangarin por un pasillo y dice las tres frases mágicas de su suegro? ¿Le cobrarían el diez por ciento de la amnistía blanqueadora y de veraneo a Marivent?
Apuesto el alma a que en un baño con escalera de color, alicatado hasta el lecho, cabe una manada, y hasta un bar entero, con la francesa Marie Brizard, su compatriota Napoleón, y Carlos III, y hasta el Cardenal Mendoza, que ya conocemos el histórico fervor del Borbón por las buenas relaciones con la Galia, la familia y las homilías. Apuesto mi corazón de sangre roja a que el concepto que guarda el real presidente honorífico de Adena de un elefante enrollado, no tiene nada que ver con el papel higiénico barato. Me lo juego todo a que en aquella toilette junto al delta del Okavango, el rollo no era de la marca El Elefante, sino más bien perfumado, de triple capa, y espada. Suponemos que el triple caderazo King Size fue perpetrado sin alevosía pero con nocturnidad: a altas horas de la madrugada, en el tercer tiempo de la expedición de 40.000 euros, viajes aparte, organizada por la princesa Corinna, que es la que da las licencias para entrar a matar, “buena amiga del Rey”, según dice la revista Diez Minutos; o “la amiga del Rey que organiza safaris”, como titula Semana.
Aventuras cinegéticas aparte, la ausencia de la Reina en los primeros días de convalecencia,que no interrumpió su viaje a Grecia para estar con su Indiana Jones, y su brevísima primera visita al hospital, con una duración de apenas unos minutos, muy comentada en todas las revistas, menos en Hola, no hacen pensar que el amor de sus majestades atraviese su mejor momento: yo diría más bien que hay poco jroña que jroña. Por ello, y porque la palabra abdicación ya se había escrito o pronunciado en muchos medios, antes de las esperadas disculpas, el titular del primer capítulo de sus bodas de oro en Diez Minutos, “Secretos en Palacio”, firmado por la bien afamada ex corresponsal en Zarzuela de TVE, Carmen Enríquez, suena este abril horribilis más a obituario del matrimonio borbónico que a homenaje cariñoso con fanfarria y regocijo de súbditos. En todo caso, dada la autoría del coleccionable, recomiendo encarecidamente su atenta lectura, y me aplico el cuento, aunque sea para repasarlo en mi humilde y nada escalonado servicio.
Hola se planta su uniforme habitual, o sea, monárquico y casi institucional, y pasa de poner en portada escopetas ni elefantes. Coincide en la foto con Diez Minutos y elige a los príncipes de Asturias y a sus preciosas niñas para su tema principal. La Reina y el pobre Froilán completan la ración Real. El titular de Hola es, eso sí, muy distinto al de Diez Minutos: “La Familia Real, pendiente de la recuperación del Rey”. (“Todo contra ellos”, decía Diez Minutos). Abajo, de llamada de portada, la exclusiva de la boda de María León, modelo, jefa de comunicación, noble y mujer larga y rubia, a quien se relacionó con el príncipe Felipe hace ya una década. En las demás revistas, recogen las migajas y se conforman con la llegada de invitados y otras minucias.
Hola respeta a los príncipes pero a la hermana de la princesa la tienen frita, en páginas interiores: Telma Ortiz, que tanto se quejaba de la persecución de los paparazzi que hasta montó una demanda colectiva (que perdió), ya sabe quién hace las fotos que tanto le molestan: Hola. O al menos esta revista las compra todas, que para el caso… Si la semana pasada la veíamos esquiando con su nuevo amor en Aspen (Colorado, Estados Unidos), ésta, aparece por Barcelona con el cachorro del PP, con muletas porque, recordemos, se pegó una galleta y se fastidió una pierna. “Bienvenida al club muletas”, podrían decirle el sobrino y el suegro de su hermana.
Tablada regresa a Hola y suple la raquítica pensión que le queda tras su arreglo con David Bisbal con exclusivas como ésta en la que dice cosas así: “La felicidad de mi hija no depende de los metros de la casa donde viva”. Y poco más, tanto es así, que en uno de los sumarios han tenido que poner eso de: “La vida da muchas vueltas”. Pero las fotos son muy bonitas.
Álvaro de Marichalar, en vez de esconderse tras sus declaraciones de la semana anteriorsobre el tiro en el pie de su sobrino (“A andar se aprende cayéndose”), aparece en Hola por partida doble. En uno de los reportajes sale visitando a Froilán, y debieron pillarle saliendo de hacer de payaso en una función infantil. Lo digo por cómo va vestido (si os leo los titulares…). Por cierto, que Hola le da el título de expedicionario español, suponemos que en la tradición de Colón, Elcano y Pizarro. Él, entre aventura y aventura, se abre camino en la vida: “Mi esposa trabaja en una de las empresas de su padre y yo estoy creando una sociedad inmobiliaria que ayude a los rusos a comprar propiedades en España”, ha declarado. Es el impulso que le faltaba a este país. Rusia me parece bien, pero yo creo que debería invertir en Argentina.

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